miércoles, 9 de octubre de 2013

Prólogo

     Con la muerte de un ser querido puede penetrar en ti el dolor, puedes llorar hasta que ese dolor desaparezca; pero si ese familiar es tu hermano, tu hermana, tu madre o tu padre el dolor penetra en ti de una forma que tú deseas estar en el lugar de esa persona, el dolor es tan fuerte que deseas con todas tus fuerzas que todo desaparezca. Las lágrimas no son suficientes.
     Mi querido hermano mayor, Jace, murió hace 10 años cuando acababa de cumplir sus 18.
     El día del entierro mis padres nos llevaron a casa de mis abuelos maternos, Mr. y Mrs. Maddox, ya que no querían que presenciáramos aquello al ser tan pequeños. Tras insistir e insistir a mis abuelos de que nos llevaran, al final nos llevaron al tanatorio. Mi madre se enfadó al principio pero más tarde en la misa no paraba de abrazarnos y llorar al igual que nosotros hacíamos. Después de aquella misa nos dirigimos al cementerio, Hyde Park Cemetery, y allí presenciamos durante minutos, que parecían eternos, cómo mis tíos y mi padre metían el ataúd negro azabache en el profundo hoyo que habían escavado junto a una lapida gris donde estaba impreso el nombre y la fecha de nacimiento y muerte de mi hermano.
     - Ningún padre debería enterrar nunca a sus hijos – dijo mi padre antes de marcharnos de aquel lugar, que ahora más que nunca temía.
     Después del entierro, mis padres decidieron que debíamos irnos de Inglaterra por un tiempo indefinido para desconectar de tanto dolor e intentar olvidar. Mi hermano, Travis, y yo éramos demasiado pequeños para soportar todo aquello, él tenía 10 y yo acababa de cumplir hace dos meses los 8.
     Conforme pasaban los días mis padres decidían donde nos íbamos a mudar. Decidieron Italia, el país natal de mi padre. En un período de 48 horas debía despedirme de mis amigos que aunque eran pocos, eran los mejores del mundo y no los cambiaría por nada. 
     La despedida más dolorosa fue la de Louis, era mi mejor amigo para lo bueno y para lo malo, lo consideraba mi hermano.
Mantuvimos el contacto pero poco a poco nos íbamos distanciando más y más. La última vez que hablamos me contó que se había mudado a Londres y ya no supe más de él, ni una carta, ni una llamada, ni nada. 

1 comentario: