A ver lo primero de todo es que voy a dejar este blog.
No sé realmente quién la leía o quién pasa de ella y esto le importa una mier*da, pero para esas personas que sí que la leen les aviso que aunque deje el blog, NO VOY A DEJAR LA FANFIC.
Os comunico que ahora la escribiré en mi perfil de Wattpad: biall_18 . También os comunico que he cambiado un poco los personajes, ahora es punk, Clary ya no es la misma..., y tal pero la base se mantiene.
A partir de ahora subiré ahí e intentaré hacerlo seguido, no como aquí que me lo dejé un poco abandonado, y lo siento, de verdad.
El link para leer la ff es éste: http://www.wattpad.com/47980145-the-afraid-of-falling-in-love-zayn-malik-punk
Si tenéis alguna duda o algo, os podéis poner en contacto conmigo vía twitter: @SoAlwaysStay
Muchas gracias por coger unos minuticos de vuestro tiempo y emplearlos en esto.
Chaus<3
Afraid of falling in love
Quien tiene miedo al amor a lo que verdaderamente teme es a que no sea para siempre.
miércoles, 30 de abril de 2014
domingo, 24 de noviembre de 2013
Te he echado de menos
-
¡Clary! – gritó Louis corriendo hacia mí para fundirnos en un gran abrazo.
-
Yo también me alegro de verte – dije aún abrazada a él.
-
¿Cuándo has vuelto? ¿Por qué no avisaste que venías aquí? ¿Te quedas para una
temporada o para siempre? – empezó a preguntar cuando me distanció de él un
poco -. No te vuelvas a marchar, por favor – volvió a abrazarme.
-
Necesito respirar – dije quejándome de la fuerza en la que me abrazaba.
-
Perdón – dijo distanciándose de mí pero aún rodeándome las caderas con sus
brazos.
-
No pasa nada – sonreí.
-
¿Cuándo has vuelto? ¿Por qué no avisaste? ¿Te quedas para una temporada o para
siempre? – volvió a preguntar con la misma rapidez que antes.
-
Eh, más despacio, toro – dije riendo -. Vinimos ayer por la noche. No avisé
porque ha sido salir del coche ver a tu madre y a tu hermana en la puerta y
saber dónde estaba. Espero que nos quedemos para siempre, yo tampoco quiero
marcharme – las últimas palabras las dije mirando a mis padres.
-
Te he echado de menos – volvió a abrazarme.
- Y
yo a ti, mucho – contesté.
***
Después
de haber estado unos minutos abrazados comimos y más tarde nos sentamos todos
en un amplio sofá beige con cojines blancos.
-
¿Entonces has venido para estudiar? – preguntó Louis sosteniendo mi mano.
-
Sí, a demás también echaba de menos Inglaterra y a vosotros – contesté.
-
Falta poco para que empiecen las clases, ¿a qué universidad irás? – preguntó.
- A
‘RAMA’~ – nada más decir las palabras su boca formó una enorme ‘O’ -. ¿Qué? –
pregunté.
-
Yo también iré allí. ¡Iremos a la misma universidad! – soltó mi mano para
levantarse y empezar a saltar como un niño pequeño.
-
¿Lo dices en serio? – asintió y yo me levanté e hice igual que él.
***
Tras
unos minutos saltando Louis me pidió ir a dar una vuelta nosotros solos
tranquilamente.
Estuvimos
contándonos todo lo que el otro se había perdido. Él me contaba que cuando vino
a Londres hizo unos cuantos amigos junto a Alec, Alison y Leslie, mis tres
mejores amigos junto a él.
-
He quedado con ellos mañana a las 6 p.m. vente y así te reencuentras con ellos
y conoces a los otros que también estarán en la misma universidad - pidió.
-
¿Mañana? De acuerdo – contesté.
-
Paso a buscarte a tu casa – dijo pagando los batidos que nos habíamos comprado
en el Starbucks.
-
¿Sabes dónde está mi casa? – negó y yo reí.
-
Me mandas un mensaje cuando estés cerca de tu casa y me dices la dirección –
dijo tras un sorbo de su pajita.
-
Hay un pequeño problema, se me rompió el teléfono y en el nuevo no tengo tu número,
ni el de Ali, ni el de Leslie, ni el de Alec – dije mirando al suelo.
-
Pues dame tu móvil me llamo y así se me queda el tuyo y tienes el mío – le
entregué mi Iphone 5 blanco.
Segundos
más tarde tras oír la melodía de ‘Look after you’ de The Fray que llevaba, me
lo entregó.
Estuvimos
mucho tiempo hablando de todo, riéndonos y haciendo una que otra tontería de
las que solíamos hacer de pequeños.
-
Nos vemos mañana, adiós – dijo antes de darme un beso para luego seguir caminos
distintos.
Cuando
llegué a la urbanización le envié el mensaje.
“Clary
Salv. *dirección* Urb. *nombre*
Nº 69”
El
tic de leído no tardó en llegar.
Entré
a casa, cené la pizza que había preparado mi madre y me dormí escuchando
música.
~Royal
Academy of Music and Art.
domingo, 10 de noviembre de 2013
¿Te acuerdas de mí?
Después de 10 años en un país prácticamente desconocido, por fin
volvía a estar en aquel país que me vio nacer y me vio crecer.
El avión aterrizó y después de unos minutos las puertas estaban
abiertas y las azafatas nos pedían amablemente que saliéramos por ellas.
- Vamos, Travis – zarandeé a mi hermano –. Ya hemos llegado –
continué diciendo.
- Aún es de noche – contestó adormilado.
- Y lo seguirá siendo hasta mañana – contesté zarandeándolo de
nuevo.
- Cinco minutos más… - dijo antes de intentar volverse a dormir.
- Como te duermas te quedas aquí y vuelves a Italia, majo – dije
cogiendo la pequeña mochila negra que estaba depositada en los compartimientos
de arriba.
- ¡Ya estoy despierto! – dijo incorporándose rápidamente
poniéndose la chaqueta de cuero negra que tenía en su regazo. A ambos nos
gustaba Italia pero lo veíamos más un país para visitar que para vivir.
Minutos después cogimos nuestras maletas, que no eran pocas, y
fuimos a donde mis abuelos maternos nos esperaban.
- CHICOS AQUÍ ESTAMOS – gritó una voz de anciano frente nosotros
a unos metros de distancia.
Estuve unos segundos apoyándome sobre las punteras de las
converse negras que llevaba para poder ver de quien era la voz. Segundos más
tardes identifiqué la mano de mi abuelo alzada y nos dirigimos a aquel punto
del aeropuerto, mi hermano y yo corriendo, donde nos esperaban ellos.
- Travis, Clarissa, mis niños pequeños – nos saludó nuestra
abuela dándonos un abrazo de aquellos que solo ella daba.
- Cuánto tiempo y cuánto habéis crecido – prosiguió mi abuelo
abrazándonos cuando mi abuela nos soltó. Alguna que otra navidad venían a
Italia a visitarnos pero no todas ya que era imposible -. Vamos, os llevaremos
a vuestra nueva casa.
***
La casa era enorme. Habían dos pisos, el primero: tenía una cocina
enorme, mi madre iba a disfrutar cocinando en aquella cocina, que la podías
juntar con el también enorme salón, también había dos baños y un ventanal
enorme que daba a un jardín inmenso decorado por césped natural, una piscina
grandísima y un altísimo árbol; en el segundo piso estaban los dormitorios,
cuatro para ser exactos, un baño ya que todas las habitaciones tenían uno en su
interior y una pequeña salita.
- Estaréis cansados del viaje, será mejor que descanséis y
mañana hablaremos – dijo mi abuelo antes de marcharse con mi abuela en su
Toyota Land Cruiser gris oscuro a Doncaster.
- Subir a las habitaciones y dormir, mañana tendremos una mañana
movidita – dijo mi madre y mi hermano y yo trotamos por la amplia escalera para
llegar a nuestros futuros cuartos.
Me adentré en el cuarto donde mis maletas descansaban en el
suelo de éste. Tiré la mochila al suelo y me tumbé en la amplia cama de
matrimonio con colchas y sabanas lilas y cremas. Todo en aquella habitación era
bonito, había un escritorio blanco con una silla también blanca que parecía muy
cómoda al lado de un tocador con un espejo con pequeños decorados en los
bordes.
Me levanté de la cama y me dispuse a quitarme mis converse, mis
pantalones negros estrechos y la camiseta de tirantes anchos, rota por la zona
de las axilas donde las había hecho mucho más amplias dejando ver un poco el
sujetador, blanca de ‘LOS RAMONES’.
Me puse el pijama rojo y negro que había sacado de una de las
maletas y me metí en la cama. A los pocos minutos caí en un profundo sueño.
***
- Despierta, marmota – dijo mi hermano levantando las persianas
a lo que yo metí mi cabeza debajo de la almohada para impedir que los rayos de
sol me cegaran.
‘¿Qué hora
era? ¿Qué hacia levantado cuando normalmente soy yo la que lo despierta? ¿Por
qué narices subía las persianas dejándome ciega?’
- Despierta – volvió a decir levantando un poco la almohada y
retirar los mechones de mi cabello para poder verme la cara.
Me levanté de mala gana y bajamos por las escaleras, yo con
cuidado de no meterme a hostia del siglo, para ir a la cocina a desayunar.
- Buenos días, chicos. Os tomáis los desayunos y empezamos a
colocar y ordenar todo, ¿vale? – dijo mi padre antes de beber de su café.
Mi madre nos colocó un tazón de leche con cereales a cada uno y
un vaso de zumo de naranja recién exprimido.
***
Después de varias horas colocando y organizando todo e
intentando no dormirme al fin terminamos y nuestros abuelos nos hicieron una
visita.
- Vestiros, nos vamos a un sitio a comer – dijo mi madre bajando
las escaleras.
- ¿A dónde? – pregunté.
- Sorpresa – contestó desapareciendo de mi vista
Me dirigí a mi habitación y me quité el pijama que aun llevaba puesto
y me puse un short vaquero muy claro un poco roto, unas vans negras y la misma
camiseta de ayer.
En menos de una hora subimos al coche nuevo, un Volvo V40 Cross
Country marrón para ser exactos, y nos dirigimos por la amplia calle de la
urbanización donde se ubicaba nuestra casa a otra urbanización tres calles más
arriba.
Aparcamos delante de una casa muy parecida a la nuestra solo que
ésta en vez de tener un color crema de fachada, tenía un color azul muy clarito
acercándose al blanco.
Cuando bajamos una niña rubia pequeña de unos 6 o 7 años nos
esperaba con una mujer castaña a su lado y hasta que no estuvimos unos metros
más cerca, no me di cuenta que era Jay, la madre de Louis.
Mi corazón comenzó a latir rápidamente. ‘¡ES LA CASA DE LOUIS!’ Grité para mis adentros.
- Cuánto tiempo, Clarissa. Pareces toda una mujer – dijo Jay
cuando me fundió en un tierno abrazo.
Nos separamos con una sonrisa y ella fue a saludar a mis padres
y a mi hermano.
- No te recuerdo con tantos tatuajes, Travis – dijo riendo y él
se pasó una mano por el pelo mientras sonreía.
- ¿Estos son los que se fueron a Italia, mami? – preguntó la
niña.
- Sí, cariño. Ellos son Clarissa, Travis, Alissa y Cristianno –
todos asentimos cuando dijo nuestro nombre.
- Yo me llamo Phoebe – dijo sonriéndome.
- Encantados, Phoebe – contesté.
- Vamos, pasar – dijo Jay abriendo más la puerta.
- ¿Está Louis? – pregunté mirando al suelo.
- Aún no ha llegado, vendrá más tarde. Para él también será una
sorpresa verte – dijo Jay con una sonrisa cuando la miré.
***
Después de varios minutos esperando tocaron al timbre y fue a
abrir Lottie, mi corazón comenzó a latir con más fuerza y mis dedos temblaban
así que tuve que entrelazarlos en mi regazo.
Cuando entró por la puerta todos los nervios se esfumaron.
Tenía
el pelo castaño alborotado como si de un niño pequeño se tratara, sus ojos
azules verdosos tenían una luz que no recordaba que la tuviera el día que me
marché, llevaba unos vaqueros oscuros desgastados, una camiseta blanca bajo una
fina camisa azul marino arremangada por los antebrazos que dejaba ver unos
cuantos tatuajes del brazo derecho y unas vans negras.
Cuando tuve el suficiente valor me levanté del taburete en el
que me había sentado en la cocina y pregunté: - ¿Te acuerdas de mí?
miércoles, 9 de octubre de 2013
Prólogo
Con la muerte de un ser querido puede penetrar en ti el dolor, puedes
llorar hasta que ese dolor desaparezca; pero si ese familiar es tu hermano, tu
hermana, tu madre o tu padre el dolor penetra en ti de una forma que tú deseas
estar en el lugar de esa persona, el dolor es tan fuerte que deseas con todas
tus fuerzas que todo desaparezca. Las lágrimas no son suficientes.
Mi querido hermano mayor, Jace, murió hace 10 años cuando acababa
de cumplir sus 18.
El día del entierro mis padres nos llevaron a casa de mis
abuelos maternos, Mr. y Mrs. Maddox, ya que no querían que presenciáramos
aquello al ser tan pequeños. Tras insistir e insistir a mis abuelos de que nos
llevaran, al final nos llevaron al tanatorio. Mi madre se enfadó al principio
pero más tarde en la misa no paraba de abrazarnos y llorar al igual que
nosotros hacíamos. Después de aquella misa nos dirigimos al cementerio, Hyde
Park Cemetery, y allí presenciamos durante minutos, que parecían eternos, cómo
mis tíos y mi padre metían el ataúd negro azabache en el profundo hoyo que
habían escavado junto a una lapida gris donde estaba impreso el nombre y la
fecha de nacimiento y muerte de mi hermano.
- Ningún padre debería enterrar nunca a sus hijos – dijo mi
padre antes de marcharnos de aquel lugar, que ahora más que nunca temía.
Después del entierro, mis padres decidieron que debíamos irnos
de Inglaterra por un tiempo indefinido para desconectar de tanto dolor e
intentar olvidar. Mi hermano, Travis, y yo éramos demasiado pequeños para
soportar todo aquello, él tenía 10 y yo acababa de cumplir hace dos meses los
8.
Conforme pasaban los días mis padres decidían donde nos íbamos a
mudar. Decidieron Italia, el país natal de mi padre. En un período de 48 horas
debía despedirme de mis amigos que aunque eran pocos, eran los mejores del
mundo y no los cambiaría por nada.
La despedida más dolorosa fue la de Louis, era mi mejor amigo para lo bueno y para lo malo, lo consideraba mi hermano.
La despedida más dolorosa fue la de Louis, era mi mejor amigo para lo bueno y para lo malo, lo consideraba mi hermano.
Mantuvimos el contacto pero poco a poco nos íbamos distanciando
más y más. La última vez que hablamos me contó que se había mudado a Londres y
ya no supe más de él, ni una carta, ni una llamada, ni nada.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)